Si algo puso de manifiesto la COVID fue la importancia de los datos. Desde el inicio de la pandemia (marzo de 2020) los datos fueron la herramienta clave para entender la gravedad de la situación, diseñar respuestas en tiempo real y de forma coordinada, y proyectar escenarios alternativos para reflexionar sobre una estrategia de salida a la crisis con implicaciones para la economía, o la convivencia. Más aun, los datos determinaron en muchos sentidos la vida de los ciudadanos porque determinaron las fases de salida del confinamiento, las políticas de reunión social o uso de mascarillas entre otras.

Esta escultura representa una serie temporal de casos de COVID en una empresa, aunque reproduce con exactitud los datos públicos publicados por otras administraciones públicas y organismos de salud. El objetivo de la escultura es rendir un tributo a los equipos que trabajaron en la gestión de estos datos, garantizando su exactitud y actualización constante, una labor nada sencilla y poco conocida por el público más amplio.


Qué puede observarse en esta serie de datos

La serie comienza en mayo de 2020, dos meses después del inicio de la pandemia (10 de marzo de 2020), cuando los datos disponibles comenzaban a tener una mayor consistencia. La primera elevación de la escultura representa la incidencia de la variante delta, y la más abrupta a la derecha la incidencia de la variante Omicron.


Qué no se ve en la serie de datos

Detrás de cada punto de esta serie de datos está la labor de quienes trabajaron para hacer que los datos fueran precisos y robustos, una tarea nada sencilla por las enormes complejidades ligadas a estos datos, entre las que destacan:

No se conocía bien la enfermedad y había errores de clasificación: al principio de la pandemia era complicado identificar adecuadamente a un enfermo. Los síntomas no estaban claros y no había suficientes pruebas disponibles para realizar testeos masivos.

Las herramientas de gestión no estaban diseñadas en muchos casos para tratar este tipo de datos: la pandemia requirió hacer un seguimiento individualizado de personas y, en muchos casos, especialmente en el ámbito de la salud de empresa, los sistemas de gestión de personal no estaban preparados para recoger información médica.

La regulación de salud introducía cambios en la forma de medición, y había variaciones constantes. En sucesivas ocasiones cambiaron los criterios para identificar a las personas vulnerables, lo que obligaba a reclasificar de manera constante los registros.

La aplicación de los reglamentos de protección de datos incrementó la complejidad el tratamiento de datos. Para garantizar el derecho a la privacidad de las personas hubo que introducir mecanismos para proteger su información de salud.

Aunque se hacía un seguimiento diario había que realizar ajustes cada cierto tiempo porque se desactualizaban los datos. En muchos casos, había notificaciones de casos de COVID que posteriormente no persistían y generaban falsos positivos.

Los datos tenían una cadencia semanal, y los lunes se presentaban acumulados los datos del fin de semana introduciendo alteraciones en las series de datos.

Los datos fueron revelando lo que nuestra capacidad de detección permitía y, por lo tanto, la comparabilidad de los datos a lo largo del tiempo es un ejercicio relativamente complejo. Por ejemplo, la llegada de las vacunas hizo que la explosión de casos en invierno de 2021 (variante Omicron) generara una tasa de mortalidad menor que en anteriores oleadas.

Estas son algunas de las complejidades a las que muchos equipos de datos y tecnologías tuvieron que enfrentarse durante el periodo de la pandemia. Sirva esta escultura para poner en valor su contribución a la resolución de este complejo periodo.

Si te has sentido identificado

El proyecto Tangible Data convierte series de datos emblemáticas en esculturas físicas con el objetivo de destacar su relevancia y animar, en un contexto no digital, el debate y la acción.

Si la escultura, los datos o la historia detrás de esta escultura han llamado tu atención y quieres colaborar, Tangible Data recomienda realizar una contribución al Instituto Carlos III a través de la página de donaciones






Trust in public institutions has been going down recently in OECD countries. The percentage of the population reporting confidence in national government went down every year from 2009-2013. This visualization shows the OECD-average estimate of trust in governments over the period 2006-2014, using Gallup's data.


The evolution of trust in public institutions in OECD countries has experienced various trends and patterns over time. While it is challenging to provide a comprehensive analysis for all countries within the OECD, some general observations can be made.


1. Declining Trust: In recent decades, many OECD countries have witnessed a decline in trust towards public institutions. This decline can be attributed to factors such as political scandals, economic downturns, and perceptions of corruption. The financial crisis of 2008, for example, eroded trust in financial institutions and governments' ability to manage the economy.


2. Political Polarization: Increasing political polarization has also had an impact on trust in public institutions. As political parties and ideologies become more divided, citizens tend to trust institutions aligned with their own views while distrusting those associated with opposing ideologies. This phenomenon can lead to a fragmentation of trust across different institutions.


3. Technological Advancements: The advent of the internet and social media has both positive and negative implications for trust in public institutions. On the one hand, access to information has empowered citizens to scrutinize and hold institutions accountable. On the other hand, the spread of misinformation and fake news has eroded trust in traditional sources of information, including government institutions.


4. Perceptions of Corruption: Perceived corruption within public institutions has been a significant factor in declining trust. Instances of high-profile corruption scandals involving public officials have damaged trust in governments and public administrations. Efforts to enhance transparency, accountability, and anti-corruption measures have become crucial to rebuild trust.


5. Crisis and Trust: The way public institutions handle crises significantly impacts trust. During times of natural disasters, public health emergencies, or terrorist attacks, the response of institutions and the effectiveness of crisis management can influence trust levels. Successful crisis management can bolster trust, while mishandling or inadequate responses can further erode it.


6. Building Trust: Several OECD countries have recognized the importance of rebuilding trust in public institutions. Governments have taken measures such as promoting transparency, strengthening ethics and integrity frameworks, engaging citizens in decision-making processes, and improving service delivery. These initiatives aim to enhance accountability and restore faith in public institutions.


It's important to note that trust in public institutions can vary significantly between countries and regions within the OECD. Factors such as cultural norms, historical contexts, and specific events shape the trust dynamics within each country. Therefore, while general trends exist, understanding the evolution of trust requires a more detailed analysis of individual countries and their unique circumstances.

Source: https://ourworldindata.org/trust. Credit: Esteban Ortiz-Ospina and Max Roser

 

 

 


The World Bank poverty headcount ratio at $1.90 a day (2011 PPP) (% of population) is the percentage of the population living on less than $1.90 a day at 2011 international prices. After 25 years of steady decline, global extreme poverty is expected to rise in 2020 for the first time in over 20 years. Disruption of the COVID-19 pandemic compounds forces of conflict and climate change, which were already slowing poverty reduction progress. Data from 2020 has not been reflected on official statistics yet.

Source: https://databank.worldbank.org/metadataglossary/millennium-development-goals/series/SI.POV.DDAY 


 

 

 


The average global temperature on Earth has increased by a little more than 1° Celsius (2° Fahrenheit) since 1880. Two-thirds of the warming has occurred since 1975, at a rate of roughly 0.15-0.20°C per decade. A one-degree global change is significant because it takes a vast amount of heat to warm all the oceans, atmosphere, and land by that much.

Source: earthobservatory.nasa.gov